Hace exactamente 15 AÑOS, por estas fechas, 5 VALIENTES pisaban tierra Turkana por primerísima vez: Roberto Peromingo, Nuria Losa, Eduardo Lobo, Margarita Bassy y Elena Mendía.
Nos lo cuenta Elena Mendía, una de las valientes y Fundadora del Proyecto CIRUGÍA EN TURKANA.
Desgraciadamente rememoramos 15 años del 11 M.
Mi corazón y mi cabeza guardan esta fecha, como el resto del mundo, con tristeza sobrecogedora.
Tengo la suerte de poder recordar en cambio, que cuando esto ocurrió hacía tres días que habíamos desembarcado en Turkana, era nuestra primera campaña y aunque con sentimientos encontrados, por lo que estaba pasando en nuestra ciudad y en nuestros hospitales, seguimos allí, con nuestra máxima ilusión y empuje. Y con esperanza pusimos en marcha la primera campaña.
Fuimos cinco personas: 3 cirujanos, una residente y una enfermera. Sin anestesista, confiando en lo que allí pudiéramos encontrar. Sin material en nuestras maletas, también confiando en que allí hubiera material.
El viaje fue largo, no había avioneta directa a Lodwar, vuelo a Lokichogio ciudad a 30 km del Sur de Sudán y por la A1, seis horas en coche a Lodwar, de verdad cualquier parecido con la A1 de aquí es pura coincidencia, nos salimos 2 veces de la carretera.
Recuerdo el calor y el olor, dos sensaciones que no te abandonan en toda tu estancia y que incluso se intensifican cuando llegas al hospital.
La llegada al hospital fue impactante, el olor inolvidable, la ausencia de médicos también.
En un principio nos pareció imposible poner el quirófano y la consulta en marcha. Lejos de amedrentarnos decidimos armarnos con escobas y fregonas y plantar cara a la suciedad.
Ese fue nuestro primer acto de campaña, limpiar, lavar y ordenar y resultó… porqué pudimos empezar.
Primer contacto con los pacientes, tantos haciendo cola. Una mezcla de esperanza y desconfianza evidente en sus miradas, era su primer contacto con nosotros y nos costaba convencerles de que no tendrían que pagar, más de uno previendo que esto podría no ser cierto acudía con un par de cabras como pago.
Comenzamos la consulta y aquello era eterno.. a la pregunta de si tenían alergias, contestaban todo tipo de cosas peregrinas. A la de año de nacimiento, podían decir que nacieron el año de la riada tras la sequía de 2 años, que arrancó la Acacia de la salida del pueblo que mató a la Cabra del hijo de los Loruñun. Y a la pregunta de los síntomas… creo que nunca oímos síntomas más originales.
Con la ayuda del traductor inglés- swahili -Turkana conseguíamos dar forma a sus historias, lo de escribir correctamente sus nombres era mucho pedir.
La consulta estaba lejos del quirófano y en esos comienzos, ni móviles, ni internet, ni la idea que luego desarrollaríamos de los walkie-talkies. Hicimos muchos kilómetros corriendo de un lado a otro para ir cuadrando el parte y la consulta.
Se acabó el oxigeno, tardó 3 días en llegar, tuvimos que parar el quirófano y los ancianos de los poblado fueron a quejarse a las autoridades. Nos comentaron que era una de las pocas veces en que habían exigido algo, nos llenó de orgullo, comenzaban a creer en nosotros, nos dio fuerzas para seguir.
El primer día de cirugía fue un poco desolador, pocos medios, patología desconocida, falta de sangre, sin zona de reanimación, desconocimiento de las enfermedades infecciosas que nos podían transmitir los pacientes…así que a la llegada a casa , a Bethany, reunión de urgencia y una única y fundamental decisión que se ha mantenido a lo largo de los años: imprescindible cambiar nuestro enfoque de primer mundo, estábamos en Africa y todo era diferente y más complicado. Nuestras mentes de cirujano Europeo debían cambiar y adaptarse a una realidad diferente.
Y el segundo día fue mejor y el tercero y los siguientes y concluimos la campaña.Lo celebramos con el staff de quirófano invitándoles a unas sodas y bailando al ritmo de la radio local. Ese día en casa, en Bethany donde aún nos seguimos hospedando, cocinaron cabra en nuestro honor.
Sister Ivonne ,una monja Australiana, que regentaba nuestro hogar Africano, dio un discurso en nuestro honor. Debió de ser precioso, pero nunca lo supimos. Hablaba un Inglés tan cerrado que nunca le entendíamos. Un día me confesó que sabía que nadie le entendía, pero que cuando era necesario que supiéramos qué decía, ella ya se las arreglaba .
Y así, entre risas , anécdotas, miedos, luchas y mucha suciedad, volvimos a España hace ahora 15 años.
Ahora las campañas son diferentes. Han evolucionado, cubrimos más áreas, más especialidades. Hemos unido la docencia, la investigación y la tele medicina gracias a una logística increíble que no para de funcionar en 365 días.
Pero nuestra esencia es la misma, siempre mirando hacia adelante, sorteando los obstáculos, trabajando con fe en este proyecto. Porque aunque aquel tercer día de primera campaña , la barbarie empañó nuestro corazón, no pudo empañar el futuro de Turkana y, como dice la canción, un ciego puede perder la vista, pero no la mirada.
Y allí estará siempre, dirigida a Turkana. La de tanta gente que de mil formas diferentes le quiere dedicar su mirada, sus ojos, su alegría y su trabajo.
Porque hay muchas Turkanas en la vida y la nuestra está en Kenia.
Elena Mendía